lunes, 12 de octubre de 2009

La gran independencia a llegado



A principios del siglo XIX, la ocupación francesa de España sirve como pretexto a los afanes independentistas de los criollos novo hispanos. De la misma manera que en la Península se habían constituido Juntas Patrióticas contra el invasor francés, la América española replicó dichas juntas, que a su vez se convertirían en focos de independencia local. Luego de la fallida experiencia de la Junta de México (1808), una conspiración en Querétaro desata finalmente la revolución independentista de los mexicanos. En la conspiración participaba el cura Miguel Hidalgo, quien se apresta a proclamar la insurrección en el pueblo de Dolores (Guanajuato) el 16 de septiembre de 1810. Tras las tempranas victorias en Guanajuato, Valladolid y Cerro de las Cruces, los insurgentes se retiran al oeste del país, viendo cambiar radicalmente su suerte al ser vencidos cerca de Aculco y, posteriormente, al retirarse Hidalgo a Guadalajara tras la Batalla del Puente Calderón. En ambas ocasiones era el mismo general, Félix María Calleja, quien dirigía la hueste patriótica, hasta ser apresados los líderes insurgentes en Acatita de Baján (Coahuila). En 1811, Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama y Marian Jiménez fueron fusilados y sus cabezas expuestas en la Alhóndiga de Granaditas en Guanajuato.

Para este tiempo, la revolución se había hecho fuerte en el sur de la intendencia de México. Destaca la campaña del cura y Generalísimo José María Morelos y Pavón, que recibió de Hidalgo la orden directa de encabezar la revolución en la Sierra Madre del Sur. Tras romper el sitio de Cuautla, Morelos convocó al primer congreso americano en 1813 en Chilpancingo, sobre la base del documento titulado Sentimientos de la Nación de Morelos se redacto la declaración de independencia de la América Septentrional, también se promulgó la Constitución de Apatzingán un año más tarde. La necesidad de proteger al Congreso, y las contradicciones entre éste y el Siervo de la Nación minaron la capacidad bélica del ejército insurgente. Derrotado en el valle que hoy lleva su nombre, Morelos fue conducido a la ciudad de México para ser enjuiciado. Murió fusilado en San Cristóbal Ecatepec en 1815.

Comenzó así una fase defensiva de las fuerzas independentistas. Los únicos frentes fuertes eran el veracruzano, al mando de Guadalupe Victoria, y el de Vicente Guerrero, en el sur de México. En el norte, la campaña relámpago de Pedro Moreno y Francisco Javier Mina (un español de ideas liberales), había concluido desastrosamente, a pesar de sus triunfos iniciales. La revolución popular de independencia mexicana se hallaba muy lejos del triunfo. El virrey Apodaca ofrecía el indulto a los insurgentes, lo que minó sus fuerzas. Aprovechando la situación, algunos militares criollos -que habían combatido a los insurgentes durante los años anteriores- tomaron la dirección del movimiento. Agustín de Iturbide pudo negociar con Vicente Guerrero y promulgaron el Plan de Iguala en 1821. Poco tiempo después, llegó el nuevo —y último— virrey de Nueva España, Juan O'Donojú, quien aceptó firmar el acta de independencia de México el 28 de septiembre de 1821.

Los primeros reconocimientos a la nación independiente provinieron de Chile, Gran Colombia y Perú en 1825. En 1826, Gran Bretaña fue la primera potencia europea en reconocer la Independencia de México mediante la firma de un Tratado de Límites y Navegación entre México y Su Majestad Británica. Y después los Estados Unidos reconocieron al gobierno de México, respetando los límites pactados en el Tratado de Adams-Onís.


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